lunes, 15 de junio de 2015
"El mundo es de quien no siente. La condición esencial para ser un hombre práctico es la ausencia de sensibilidad. La cualidad principal en la práctica de la vida es aquella cualidad que conduce a la acción, esto es, la voluntad. Ahora bien, hay dos cosas que estorban a la acción –la sensibilidad y el pensamiento analítico, que no es, a fin de cuentas, otra cosa que el pensamiento con sensibilidad. Toda acción es, por naturaleza, la proyección de la personalidad sobre el mundo exterior, y como el mundo exterior está en buena y en su principal parte compuesto por seres humanos, se deduce que esa proyección de la personalidad consiste esencialmente en atravesarnos en el camino ajeno, en estorbar, herir o destrozar a los demás, según nuestra manera de actuar. Para actuar es necesario, por tanto, que no nos figuremos con facilidad las personalidades ajenas, sus penas y alegrías. Quien simpatiza, se detiene. El hombre de acción considera el mundo exterior como compuesto exclusivamente de materia inerte –inerte en sí misma, como una piedra sobre la que se pasa o a la que se aparta del camino; o inerte como un ser humano que, por no poder oponerle resistencia, tanto da que sea hombre o piedra, pues, como a la piedra, o se le apartó o se le pasó por encima. El máximo ejemplo de hombre práctico, por reunir la extrema concentración de la acción junto con su importancia extrema, es la del estratega. Toda la vida es guerra, y la batalla es, pues, la síntesis de la vida. Ahora bien, el estratega es un hombre que juega con vidas como el jugador de ajedrez juega con las piezas del juego. ¿Qué sería del estratega si pensara que cada lance de su juego lleva la noche a mil hogares y el dolor a tres mil corazones? ¿Qué sería del mundo si fuéramos humanos? Si el hombre sintiera de verdad, no habría civilización. El arte sirve de fuga hacia la sensibilidad que la acción tuvo que olvidar. "
F. Pessoa
lunes, 27 de abril de 2015
miércoles, 11 de marzo de 2015
LA HISTORIA SIN FIN.
Mis viajes en colectivo son invitaciones al pensamiento libre y desarraigado y cada tanto ésto atrae ciertos descubrimientos, conclusiones inesperadas, chistes que jamás cuento y demases...
Hoy pensaba en mi estadía dominical en una librería amiga, ésto me llevó a recordar a una chica con su hija eligiendo libros para el colegio, que al encontrar, por casualidad, la colección de "Elige tu propia aventura" demostró tal emoción y entusiasmo, sentimientos que fueron contagiadosa su hija, la cual absorta por el frenesí de su madre le insistió que llevaran uno para leerlo juntas.
A los 9 o 10 años me había fanatizado con los libros "Elige tu propia aventura" de tal manera que tenía hojas y hojas con esquemas y cuadros sinópticos de los caminos que había elegido hasta llegar a un final y así poder conocerlos todos, por pura ambición o porque no tenía mucho más que hacer... Las "infinitas" posibilidades que un niño se imagina prometían bastante, más todavía si el primer final al que llegaba era la muerte.
Luego de la nostalgia por ese minúsculo recuerdo de los tiempos de antaño me di cuenta de la volatilidad de los finales. En la vida real se los consideran tan terminales e insoslayables, y en definitiva no son más que vivencias. Esto supone que, en la realidad, el único final irrebatible es la muerte...
Así como con mis esquemas y cuadros sinópticos conocía todas las posibilidades en los libros, de esa manera transcurro mi existencia. No hay final que me detenga, que agote mi energía, que me entregue al conformismo de creer que no hay más nada que hacer y que ésto es todo lo que hay. Habrá que volver a empezar, pisar nuevamente las huellas dejadas o seguir el camino contrario, pero nunca acabar, jamás rendirse en la comodidad de lo seguro sólo por miedo si anhelamos otra cosa. A no detenerse, gente. Escribamos nuestro propio libro, hagamos de la vida nuestra propia aventura...
LAS AMARGAS IRONÍAS DE LA VIDA... por Amanda O.
Hoy esperaba el colectivo en la parada correspondiente, media cuadra antes de que llegara a mí le hice la seña heil hitler! para asegurar su detenimiento, y cuando se encontraba a pocos metros de mi posición me percaté de que no iba a parar, así que insistí con ímpetu en la seña y aún a mi pesar, prosiguió su camino sin siquiera alteración alguna... Cómo puerta giratoria que por falta de inercia pierde el envión, me quedé en la parada... A los minutos veo que venía otro colectivo, con otra numerología pero que aún así llegaba a mi destino. Corro hasta el mismo, ya que su parada no era en la posición en la que yo me encontraba, y cuando lo alcanzo arranca dejándome desamparada y sola, frente a la gente que vio el anterior fracaso y el nuevo, sin comprender qué venganza divina estaba atentando contra mi vuelta a casa... Luego de lo sucedido, retorné, cabizbaja, a mi posición principal, a la espera de una nueva esperanza...
CUALQUIER COLECTIVO ME DEJABA BIEN, PERO NINGUNO ME QUISO PARAR.
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