
"En aquellos días estaba raro... no sé... no sé en realidad qué me pasaba. Me había entrado de pronto una melancolía inexplicable. Yo que generalmente tengo buen humor, estaba insoportable ¡Quería pelearme con todo el mundo!... ¡Fue una temporada terrible! En casa, un poco alarmados, llamaron a un médico. No tenía nada, estaba sano. El médico_ pobrecito_ me aconsejó lo de siempre: que dejara de fumar, que dejara de beber, que dejara de acostarme tarde... y yo seguí fumando, bebiendo, acostándome tarde. Porque lo que yo tenía era vejez (¡42 años), cansancio... cansancio de vivir. Estaba raro... era cansancio de todo. En ese momento me hubiera gustado hablar de otra manera, respirar de otra manera, caminar al revés... qué sé yo. Me molestaba el tránsito, las bocinas, los gritos de los vendedores... ¿Qué era eso? En el fondo y en esencia era hartazgo. Aquello de punto muerto de las almas no era pura invención literaria."
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