Detesto los poemas de amor.
Les destruiría el alma.
Les mostraría a la inmaculada mujer
cogiendo con otro.
Al hombre romántico chupando otra concha.
Y yo, yo ahí para verlo caer.
Ver cómo las palabras se derriten
en un llanto meloso y lleno de moscas.
miércoles, 3 de febrero de 2010
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