lunes, 18 de noviembre de 2013

UNA DE REINHARDT SONABA EN LA OSCURIDAD

                      _Sos muy interesante. Es rara esa sensación de intriga incesante que me provocás. Tengo una necesidad incontenible de saberlo todo, de escucharte hablar. Me gusta tu voz. Me gustan tus ojos y tus besos. Me gusta verte desnuda a mi lado, y que me mires, con esa ternura tuya en los ojos.
                      _A veces me siento tan niña, tan indefensa, tan perdida…Pero con vos es distinto, no es como con los demás, no necesito pensar qué decir, ni qué hacer. Me siento libre, segura, como si te hubiera conocido de siempre.
                        _Me gusta que te sientas así. No creo que seas una niña, sos una mujer, una mujer en letras mayúsculas. Me gustás así, como te veo.
                        _Soy muy fuerte, eso sí,lo soporto todo… De todos modos, por momentos tengo la sensación de que tener la fuerza necesaria para soportarlo todo resulta una carga pesada. Soy fuerte,a veces hasta un poco dura y fría. Y hay días en que eso me duele tanto que empiezo a dudar de mi fortaleza.
                        _No deberías pensar tanto las cosas… Vení, sentate más cerca. Quiero besarte.
                        _El problema es que paso demasiado tiempo conmigo. Estoy cansada de escucharme. Mi voz, ya me cansó. Es una bocina incesante en mi cabeza, un coro gospel, una tropilla de caballos, un martilleo constante a mis neuronas. Pero bueno, en este instante me siento bien, estoy donde quiero estar, me gusta el momento, me gusta que estés. Me hace bien. Sin embargo, ahora es cuando recuerdo que te vas y que el momento se termina, como todo principio o medio tiene su final…
                        _No pienses en el final, disfrutá el momento. Dejame besarte. Mirame, sentime, estoy acá.
                        _Sí, me gusta, me encanta. Besame, besame el cuello, la cara, la boca, borrame el dolor. No quiero sentir más que tus besos.
                        _Sos hermosa, mujer. Me encanta. No pares. No dejes de ser así. ¡Por favor! ¡Qué placer!
                        _Me hacés sonreír, eso me hace bien.
                        _ Qué bueno, pero ya es hora de irme.
                        _¿Ya? Quedate un poco más, sólo un poco más…
                        _No, no puedo. Tengo cosas que hacer. Tengo una vida afuera, no todo es este mundillo extravagante de old jazz, cerveza y cigarrillos, mujer. Todavía sos muy joven, ya lo vas a entender...
                        _Yo… lo entiendo muy bien. Sí, perfectamente. ¿Cuándo te veré de nuevo?
                        _Eso no lo sabría decir. me voy, mujer.
                        _Adiós.

            “Tea for two” ahora me sonaba a soledad.



                                                             ***

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