viernes, 20 de diciembre de 2013

El último momento.



Vivo la vida como un condenado a muerte, como si no hubiera tiempo. Mañana no existe porque es algo desconocido, incierto. Y así las relaciones descontroladas con el mundo, los excesos como una sed desesperada, las ansias descontroladas por explotar el tiempo. Mis momentos están cargados de sensaciones, de grises y violetas, de mañanas que se queman con el sol que entra por la ventana… El momento es hoy, ahora… Mañana quién sabe…
 Las cosas cambian, uno ya no es el mismo, los pensamientos no son los mismos, los deseos se transmutan todo el tiempo… Todo cambia, pero en esencia todo sigue igual, los besos prohibidos que se cuelan en la sombra, el tiempo perdido que se aleja y me condena al devenir, los encuentros desencontrados a destiempo, la palabra reparadora que nunca llega... Lo importante es no entregarse, no estancarse en el lento pasar de la rutina, siempre tener algo nuevo, soltar cada palabra que nos pide salir, ser siempre novedad, y lo principal: nunca llegar a conocerse…

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