Vivo la vida como un condenado a muerte, como si no
hubiera tiempo. Mañana no existe porque es algo desconocido, incierto. Y así
las relaciones descontroladas con el mundo, los excesos como una sed
desesperada, las ansias descontroladas por explotar el tiempo. Mis momentos
están cargados de sensaciones, de grises y violetas, de mañanas que se queman
con el sol que entra por la ventana… El momento es hoy, ahora… Mañana quién
sabe…
Las
cosas cambian, uno ya no es el mismo, los pensamientos no son los mismos, los
deseos se transmutan todo el tiempo… Todo cambia, pero en esencia todo sigue
igual, los besos prohibidos que se cuelan en la sombra, el tiempo perdido que
se aleja y me condena al devenir, los encuentros desencontrados a destiempo, la
palabra reparadora que nunca llega... Lo importante es no entregarse, no
estancarse en el lento pasar de la rutina, siempre tener algo nuevo, soltar
cada palabra que nos pide salir, ser siempre novedad, y lo principal: nunca
llegar a conocerse…
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