viernes, 17 de enero de 2014

EL AMOR Y LOS AMANTES: UNA VIDA COMPARTIDA.



Estando tan inmersos en un mundo donde el amor está siempre en boga, bombardeados de publicidad referida a la pareja perfecta, ese sueño imposible que todos hemos querido volver realidad, y estando justamente en esta época del año, en que el calor pareciera sacar a la calle a todos los enamorados, familias y demás a pasear por las calles,  no pude sino pensar en un pilar casi fundamental en el mantenimiento de dicha institución, un pilar imperceptible, oculto, prohibido: El amante.
Quizás no todos gocen de tener una pareja y a su vez un amante, pero es un número importante en las estadísticas lo que llamó mi atención como para desarrollar el tema. Si bien esto puede ser mal visto, no siempre la existencia de un amante es perjudicial para una pareja. Muchas veces éste representa un sostén en una relación estable, donde el acostumbramiento comenzó a roer por ejemplo el tiempo de intimidad entre sus integrantes. Ambos están cansados de verse desnudos, ya no sienten la pasión de antes, todo al parecer está desgastado y de repente aparece el labor del amante que trae consigo toda una carga pasional que les devuelve las energías, revitalizando aquello que creían muerto. El amante suple las carencias que el individuo encuentra en su relación por lo que puede continuar gozando de lo que brinda el estar en pareja sin ese peso del deseo faltante: compartir tiempo, charlas, salidas, y demás.
Es en este punto en el que me gustaría comenzar con algunas notas: El amante suple la parte pasional, pero en secreto, no tiene posibilidad de compartir la vida pública, ni demasiado tiempo compartido… Está condenado a las sombras. Además de no poder recibir ciertos gustos, a detallar: La pareja se va de vacaciones a lugares hermosos, compartiendo una experiencia única y emocionante, llena de bellos recuerdos, mientras que el amante con suerte es llevado a algún hotel de mediana reputación, donde pasan unas horas de pasión y luego, quizás por alguna gracia divina es llevado hasta su casa o en su defecto deberá volver en taxi o peor aún en colectivo si gastaron el dinero en aquel hotel de mediana reputación… El labor del amante es un trabajo arduo, ya que cada encuentro tiene que ser único y recordable, nada de visitas obligadas, todo tiene que estar regado de pasión pero sin olvidar el deseo que provoca el misterio. El amante nunca debe olvidar el misterio.
Otro ítem al que el amante no tiene acceso es el de los proyectos, una pareja puede pensar a futuro, planificar, concretar deseos, viajes, vivienda, ¡hasta formar una familia!; el amante lo único que puede congeniar es algún lugar y algún horario en que la persona en cuestión no esté comprometida y pueda darle algo de contención rápida, por unas horas, o quizás sólo por unos minutos, en los que podrá soñar con el amor y todo lo bello que implica la fantasía de tener al lado al individuo de su deseo.
Sin embargo, no hay que menospreciar el labor de la pareja, quien soporta todas las mañas, las quejas, los problemas… El amante está más desligado de toda responsabilidad, salvo, y quizás sea la única responsabilidad del amante, ser invisible, y someterse siempre a los tiempos del otro, nada de llamadas, nada de necesitar algo o tener ganas de la otra persona en un momento desubicado, siempre tiene que ser consciente del lugar que ocupa y no salirse de ese papel que ha elegido o le ha tocado en desgracia…No olvidarse, que el individuo amado no es sustituible, el amante sí.
En definitiva, todos salimos ganando y perdiendo en el amor, lo importante es saber lo que uno quiere, lo que uno necesita y lo que quiere dar. Los equilibrios pueden resultar utópicos, pero si uno logra ver las cosas siempre desde diferentes ángulos, logrará descubrir lo que se oculta detrás de cada acto, de cada vivencia. Así como en la vida, en el amor no caben reglas, y siempre que se pierde, se gana, y viceversa. ¡Salúd, entonces! Por el amor y los amantes…

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