(...) Te estabas volviendo loca y lo llamabas genio, yo me estaba yendo a la ruina y lo llamaba cualquier cosa que me viniera a mano. Y creo que todos los que estaban a suficiente distancia como para vernos más allá de la verbosa presentación que hacíamos de nosotros mismos se formaban una idea de tu casi megalomaníaco egoísmo y de mi insana indulgencia con la bebida. Hacia el final, nada importaba mucho. (...) A pesar de tu mayor perspicacia y tu inteligencia más rigurosa, yo tengo la facultad de conjeturar acertadamente, sin evidencia, hasta con cierto asombro, por qué y de dónde vino ese corto circuito mental. Nos arruinamos nosotros mismos. Sinceramente, jamás pensé que nos arruináramos uno al otro.
(Scott Fitzgerald a Zelda Fitzgerald)
domingo, 25 de julio de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario